Consquistando mis miedos

Hoy decido compartir con vosotros una constante que me viene acompañando en mi vida: miedo a las alturas.

No soy una persona que tenga miedo total a las alturas, digamos que es una sensación que va y viene. Desconozco el hecho que provoco este miedo. Desde que tengo uso de razón siempre me han atraído las alturas (subiéndome a los árboles altos, intentando subir y montar en las atracciones de vértigo en los parques de atracciones, etc.) y aún habiendo periodos en los que el miedo estaba más presente, siempre he intentado realizar actividades relacionadas con las alturas, físicamente hablando.

Un momento en el que he sido consciente de que el miedo era una sensación más dominante, se remonta a los primeros años de la adolescencia, cuando en las fiestas locales del pueblo en el que resido, mis amigos querían montar en atracciones de feria que estaban relacionadas con sensaciones fuertes de vértigo. Me costaba subir, digamos que la sensación de inseguridad, de incapacidad de dominar mi miedo se apoderaba de mí. No obstante, siempre me concedía la oportunidad, de aun pasándolo mal, intentarlo.

Por esa misma época, me acuerdo que a raíz de ver la primera película de una secuela, Destino Final (Final Destination, título en la versión original en inglés) tuve una época de miedo a volar en avión. En la primera parte de la película, hay una escena en la que los protagonistas toman un vuelo, una vez despega el avión, un rayo alcanza el aparato y lo parte por dos y en consecuencia, todos los pasajeros mueren. Soy consciente que a partir de esa escena, cuando tenía que viajar en avión, el miedo entraba en escena y se convertía en el único protagonista durante el trayecto del vuelo.

No había sido tan consciente de ello hasta ese momento. Siempre pedía asiento de pasillo, porque no soportaba mirar las alturas por la ventanilla. Me ataba el cinturón fuertemente para sentir que realmente me sujetaba. Colocaba mis brazos en los apoya-brazos, agarrándome con las manos al mismo. Colocando los pies debajo de la zona baja del asiento delantero. Mi cuerpo adoptaba una postura tensa mientras el avión estaba en las alturas. El peor momento venía con las turbulencias, cuando el avión pasaba por zona de tormentas. Cerraba los ojos mientras durase el trayecto. Mis manos sudaban mucho, tanto que cuando el avión por fin toca tierra, y abandonar ese estadio de tensión, mis manos y el apoya-brazos estaban empapados de mi sudor. Este periodo duró 5 años. Me acuerdo que al comenzar la universidad, volar con más frecuencia y teniendo dos hermanos en casa estudiando ingeniería aeronáutica, conociendo mejor que nadie los aviones, el miedo desapareció. Ahora disfruto, eligiendo asientos en zona de ventana, pasando el vuelo con el cinturón desabrochado, levantándome si lo necesito.  He conseguido dominar al miedo en vuelos comerciales.

Recientemente he regresado de visitar a mi hermano Javier, que vive en Toulouse, Francia. Está aprendiendo a pilotar avionetas.

JavierPilotandoVerano2014

Fotografía tomada en los momentos antes de aterrizar en la pista de Revel. Fotografía realizada por Beatriz Irastorza.

Como regalo de cumpleaños de mi hermano Jaime, nos dejó acompañarle en una de sus clases de vuelo.

Disfrute del vuelo, pero reconozco que las maniobras de giro para comenzar el descenso o un momento del ejercicio de simulación de descenso sin motor, se tenían que dar unos giros más cerrados de lo habitual. Reconozco que tuve miedo, puesto que en una avioneta con capacidad para 4 personas, la fuerza centrípeta en los giros, se nota más directamente, que en cualquier avión de Boeing o Airbus con capacidad para 300 pasajeros. Una vez más, aun así conseguí controlar esa sensación.

Me gustaría saber que recuerdo de mi infancia fue el detonante y poder asimilarlo y superarlo. Algo de lo que estoy ya segura, es que si soy capaz de dominar a mi miedo. Mis mejores aliados son dos: persistencia y confianza. Otro factor que me da esperanzas y que me da seguridad, saber que nunca dejare de intentar disfrutar de deportes, actividades que estén relacionados con la alturas. En mi lista están: puenting, parapenting.

Mi mejor meta es convertir al miedo en mi aliado. Estoy tranquila sabiendo que estoy cada día más cerca de conseguirlo. Estoy conquistando a mi miedo.

Para cerrar con buen sabor de boca a mis queridos lectores, disfrutar de este vídeo de las conferencias TED (de las que soy asidua – por ser entretenidas, educativas e interesantes-.) con mensaje positivo y además cómico: «Nunca, Nunca tires la toalla» (vídeo en inglés), por Diana Nyad, periodista y nadadora.

Como siempre, espero que disfrutes con este artículo querido lector. Nos vemos en la próxima entrada.

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